jueves, 22 de septiembre de 2011

Capitulo 2: Volver a empezar no significa siempre olvidar

- ¡Laura! ¡Arriba! ¡Hay que hacer el equipaje!- gritó una voz desde el piso de abajo
Laura dio media vuelta, y se volvió a hundir entre las sábanas y los cojines. Tras una segunda llamada, Laura no tuvo más remedio que despertarse. Poco a poco, se desperezó, y junto a los rayos de sol que se filtraban por la persiana, llegó un torrente de imágenes y recuerdos placenteros e inolvidables. Recordó a Jorge, aquel chico moreno, de grandes ojos marrones y pelo castaño. Que pena que solo hubiera sido un rollo de noche de verano… Recordó como le había hecho pasar la mejor hora y media de su vida, entre besos, caricias, y palabras de lo más comprometedoras susurradas a su oído, solo y exclusivamente para ella. Recordó como tras un rato precioso, de descubrir el cuerpo opuesto a las orillas del mar, se habían vestido, y vuelto a la fiesta como si nada hubiera ocurrido, pero sus medias sonrisas cada vez que se cruzaban, y los colores que les subían cuando se rozaban, les delataban. Cualquiera que los viera, se daría cuenta de que algo había pasado entre ellos. Y Ale no fue una excepción…
- Joder - murmuró Laura enderezándose rápidamente. No se había acordado de Ale. Anoche no se despidieron. Desde… bueno… ese momento perfecto no la había vuelto a ver. Se levantó de la cama, y corrió escaleras abajo. Buscó en el sofá por si el teléfono se le había caído ahí, y en la entrada junto a las llaves del coche. Pero no lo encontraba.
- ¡Joseeee! -gritó Laura a su hermano pequeño- ¡Maldito enano, donde has metido mi teléfono!
- ¡Yo no lo he tocado vieja gruñona!- se defendió este
- ¡Mentiroso!- gritó Laura al tiempo que cogía el coche de carreras de juguete de su hermano- ¡Dime donde está o no volverás a ver tu coche!
- ¡Nooo, el coche nooo!- suplicó Jose
- ¡Dime donde lo has metido!
- ¡Vale, vale! ¡En el tercer cajón de mi mesilla!- confesó su hermano
Laura dejó caer el coche sobre una butaca, y salió disparada escaleras arriba. Entró como un huracán en el cuarto de su hermano, y abrió el tercer cajón de su mesilla.
- ¡So guarro!- exclamó- ¡¿Cómo se te ocurre guardar mi precioso móvil junto a tus calzoncillos?!
Una risa amortiguada le llegó desde el salón. En cuanto desbloqueó el teléfono, marcó el número de Ale. Siete calles más abajo de su casa, en una habitación color verde, el móvil de Ale comenzó a sonar. Esta estaba metiendo las cosas en la maleta, pues ese día volvían a la ciudad. Al ver el nombre de su “supuesta” mejor amiga en la pantalla volvió a dejar el móvil en el escritorio y siguió con su tarea.
“Mierda, no lo coge”- pensó Laura- “¿Y si se ha enfadado conmigo?, dios, no debería haberme enrollado con Jorge, fue Ale la que le fichó primero, no yo”- una sensación de remordimiento comenzó a apoderarse de toda ella. Tras un último intento de llamada, Laura decidió que mejor sería hablar con ella cara a cara, mañana en el instituto (veraneaban juntas e iban al mismo instituto, pues también vivían cerca). Al final consiguió calmarse, y comenzó a hacer el equipaje.
(Tras un largo viaje en coche, y una noche cargada de incertidumbre…)
Laura se despertó nerviosa. Además de porque era el primer día de instituto, porque estaba ansiosa de saber si Ale estaba enfadada, aunque conociéndola… lo más común era que lo estuviera. Se vistió rápidamente, desayunó, cogió la mochila y salió de casa en dirección a clase. Al llegar buscó a Ale entre la muchedumbre de jóvenes que se arremolinaban ante la lista de asignaturas y horarios. Allí estaba. Riéndose con una chica rubia. Se acercó a ellas. En cuanto Ale la vio llegar, la sonrisa despareció de su rostro, dejando paso a una profunda expresión de desprecio.
- Hola- dijo Laura inocentemente
- ¿Querías algo?- dijo Ale sin siquiera mirarla
- Oye Ale, ¿te pasa algo?- preguntó con la última esperanza que le quedaba de que su amiga se hubiese ido antes de verla aquella noche.
- ¡Oye tía tienes un morro que te lo pisas! ¡Estoy harta! ¿¡Sabes!? ¡Siempre vas a por los que me gustan!- estalló Ale
- ¡Yo no le busqué! ¡Fue el quien vino!
- ¿No pretenderás que me crea esa excusa barata, verdad?
- ¡No es una excusa es la pura verdad!- exclamó Laura a un paso de echarse a llorar. No se había peleado con Ale desde… desde… la verdad, no recordaba la última vez que les había ocurrido. 
- Si Laura, vale, la verdad, no estaría mal que por una vez en tu vida fueses sincera.
-Pero…
- Adiós Laura- dijo Ale
- Espera por favor- suplicó, pero Ale ya se alejaba por el pasillo
Esta vez Laura no pudo evitar que una lágrima se deslizara por su mejilla, amarga, silenciosa y solitaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario